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martes, 1 de marzo de 2016

Como en la picaresca

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28 de febrero de 2016


Como en la picaresca

 “EL cine sí es cultura”, proclamó el director de la Academia de Cine en la última gala de los Goya, y unos minutos después  la multitud de los espectadores, puesta en pie, vitoreaba una antología de planos abracadabrantes de las películas de Mariano Ozores, a quien se premiaba esa noche por el conjunto de su obra. Desde luego que esas películas y los valores éticos y estéticos que en ellas se defienden son en sentido estricto cultura, sólo que abyectos. Nadie le convencerá a uno de que  no representan lo peor de  la España franquista y posfranquista y su jactancioso desprecio de la excelencia. Estaban dirigidas, por el contrario, a un público cerril, el único que podía celebrarlo con unas carcajadas fáciles, pero  seguramente muy rentables para muchos de quienes estaban en aquella gala premiando a su director, agradecidos.

No debiéramos generalizar nunca, y si el colectivo del cine ha dejado entre nosotros memoria de algunas actuaciones miserables (cómo olvidar aquel “No a la guerra” en otra gala de los Goya, en la que los actores se negaron a ponerse también la pegatina de “No al terrorismo”), también nos hace entrega de vez en cuando de algunas obras maestras. Pero ahora sólo hablábamos de un género, clásico ya, el de “la gala de los Goya”. 

Como en todo género, hay  insistencias, números musicales, homenajes, y sobre todo, sátiras. Las de este año resultaron extrañas: aunque el cine es de todos, se descojonaron, en el más puro estilo Ozores, del currículo académico del ministro de Cultura, sólo porque este era de derechas, o peor, sólo porque aquel era apabullante, y piropearon a una alcaldesa, sólo porque era de izquierdas, justo el día en que dos titiriteros, al fin y al cabo del gremio de muchos de los allí presentes y contratados por ella, entraban en la cárcel por enaltecer el terrorismo, Gora Alka-Eta...

“El cine sí es cultura”, proclamó el actual director de la Academia (el anterior en el cargo está imputado por fraude, y mira que no era la ocasión para hacer unos bonitos chistes). Y sí, el cine es cultura... o no. Por eso el peor servicio que puede hacérsele a la cultura, y al cine, es pasar por ella lo que sólo es una industria o un negociejo para ir tirando, como en la picaresca. 

    [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 28 de febrero de 2016]