Es famosa la anécdota
atribuida al cervantista español Francisco Rodríguez Marín, creo, quien
solía mostrar gran júbilo y dar la más cordial enhorabuena a todo aquel que le
dijera que aún no había leído “El Quijote”. Con gran efusión y alegría, reiteraba sus
felicitaciones al desconcertado ignaro, para acabar convenciéndole de su gran fortuna por tener aún pendiente, sin estrenar, uno de
los mayores deleites o de los más certeros
placeres que uno puede darse.
Salvando las distancias, diremos lo mismo
de este otro chileno ilustre e inclasificable, Nicanor Parra (1914 - vivito y
coleando), como lo vengo haciendo desde algún día de 1972 en que nuestro
hermano Ángel trajo a casa sus “Antipoemas”, en aquella 1ª edición
de Seix Barral que tanto nos conmocionó. Aún ahora lamento su furtiva desaparición, no sin antes disfrutarlo y compartirlo, incluso en algún acto o fiesta académica del momento: “Es
olvido”, “Hay un día feliz”... Desde entonces, “admiramos la claridad de su voz, alejada de trascendencias, de sombras
o penumbras. Poesía de temática y tonos casi prosaicos”, apreciación de gran tino que he visto en algún sitio.
Poesía de gran talla en vibrante voz de trotamundos, de hondas raíces, voz antigua de la tierra, que alterna el verso profundo o de gran lirismo, con lo festivo, chispeante y humorado; frecuentemente para reír o sonreír, lo que nos resultaba sorprendente y divertido asunto. Palabra personalísima, de gran empuje especulativo e intensa y risueña vena poética. Verdadero toca-todo: también de cintura para abajo.
Poesía de gran talla en vibrante voz de trotamundos, de hondas raíces, voz antigua de la tierra, que alterna el verso profundo o de gran lirismo, con lo festivo, chispeante y humorado; frecuentemente para reír o sonreír, lo que nos resultaba sorprendente y divertido asunto. Palabra personalísima, de gran empuje especulativo e intensa y risueña vena poética. Verdadero toca-todo: también de cintura para abajo.
Celebramos ahora su universal
reconocimiento -incluido el actual Premio Cervantes- y que se
incremente el número de parrianos devotos; figurando por cierto entre ellos Mario Vargas
Llosa, quien al parecer lo tiene de poeta principal en lo más alto de su particular Olimpo. Era entonces "el hermano de
Violeta", pero la historia cambia las tornas y Violeta empieza a ser
"la hermana de Nicanor". En todo caso, el castellano está de enhorabuena.
¡Gracias Nicanor! Crecimos Contigo.
Y gracias Ángel… ¡Cómo me gustaría que lo vieras!.
Y gracias Ángel… ¡Cómo me gustaría que lo vieras!.
De su obra "Artefactos” (1972):
MÁS "ARTEFACTOS" EN: