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jueves, 14 de noviembre de 2013

Más sobre Raymond Queneau

Viernes, Febrero 22, 2008 (Pancho Dondo. adlatina.com)
Editado en 1961, “Cent mille milliards de poèmes” contiene sólo 10 sonetos, pero con un truco: sus 140 versos pueden combinarse una cantidad inabarcable de veces

El libro más conocido de Raymond Queneau (a quien se ve en la serie de fotos-carné) salió a la calle con los 140 versos de sus diez sonetos cortados en tiras, de modo que el lector pueda combinarlos casi infinitamente.

A pesar de que, más que un libro de poemas, parece un ejercicio matemático de probabilidades (de esos a los que Raymond Queneau era tan afecto), Cent mille milliards de poèmes posee un incuestionable valor literario.
Su autor, nacido en el puerto francés de El Havre en 1903, era de hecho matemático por estudios y economista de profesión. Aunque desde joven se guardaba un as en la manga: tenía la doble licenciatura en letras y en filosofía por la Sorbona, y ese fue en definitiva el camino que eligió.
Con apenas 21 años había tenido su primer gran encuentro con los surrealistas André Breton y Jacques Prévert, de cuya influencia se liberaría públicamente recién al editar Odile trece años después, en 1937. Allí, con la forma de una novela, contaba cómo un viaje a Grecia lo había ayudado a romper con el surrealismo. Desde entonces, y al implacable ritmo de un libro por año, publicó novelas en la editorial Gallimard.
Su popularidad tuvo un salto enorme con la aparición de Ejercicios de estilo (1947), libro en el que relataba un mismo y trivial incidente en un bus de 99 maneras diferentes, y que alcanzó la categoría de best seller no sólo en Francia, sino también en los Estados Unidos. Doce años después, Zazie en el metro (1959) reafirmó su éxito, obtuvo un importante premio por su humor negro y fue llevada a la pantalla grande por Louis Malle (quien en 1987 dirigiría Au revoir les enfants, una película mayor).


En 1954, Raymond Queneau había dirigido la Enciclopedia La Pléyade y en 1960 fue cofundador del Oulipo (Ouvroir de Littérature Potentielle: Taller de Literatura Potencial), cuyos miembros se propusieron estudiar científicamente las limitaciones de la creación literaria.
En ese entorno fue cómo llegó a su mente la idea de publicar el libro del que trata este post.
MIL BILLONES DE POEMAS
Aquí es necesaria una aclaración idiomática. Está claro que, en inglés, Cent mille milliards de poèmes es A hundred thousand billion poems. El problema es que cualquier desprevenido podría traducir esto al español como “Cien mil billones de poemas”. Pero el asunto es que, mientras en inglés y en francés los términos billion y milliard equivalen a mil millones, el español billón corresponde a un millón de millones. Así, la cifra a la que se refiere el título del libro, que no es otra que 100.000.000.000.000 (un número uno seguido de catorce ceros), en español equivale a cien millones de millones. O sea, cien billones. Con lo cual el libro se titularía, siempre conservando la correspondencia del español, Cien billones de poemas.
Lo que no se dijo hasta ahora, de todas maneras, es por qué el libro se llama así. La explicación tiene que ver con dos hechos concretos: primero, que las diez páginas del libro ganaron la calle totalmente cortadas en tiras, con un verso en cada una; y segundo, que los diez sonetos tienen exactamente la misma métrica y las mismas rimas, lo cual permite que cualquiera de ellos pueda ser reemplazado por su equivalente de cualquiera de los otros nueve sonetos. De este modo, partiendo de la base de que el soneto es una forma poética que consta de catorce versos, la cuenta resultante es que el número total de combinaciones posibles entre los diez poemas es diez elevado a 14: cien billones de poemas distintos.

Quien desee probar en carne propia esta posibilidad de intercambio poético, aun sin poseer el libro, puede hacer clic en la imagen de arriba: da acceso a un Flash que contiene los diez poemas completos y permite intercambiar todos los versos uno por uno. Aclaración necesaria: para acceder a la versión original del libro, es necesario hacer clic en el botón que dice Français, puesto que, por default, la obra se abre en su versión en inglés.
LA ÚLTIMA SORPRESA
Los lectores con buena vista, o los que ya hayan hecho clic en la imagen y leído –aunque más no sea por arriba– el soneto que se presenta como el número 1 de la serie, habrán descubierto con agrado que su tema remite claramente a un rincón del mundo que a los habitués de este blog les resulta más que familiar: la pampa argentina y sus antiguos habitantes, los gauchos.
Son catorce versos que transmiten un espíritu que parece casi tomado literalmente de algún libro de Robert Cunninghame Graham (1852-1936), el escocés más argentino que existió. Traducidos con cierta libertad –los sentidos de la escritura poética no son nunca unívocos–, arrojan algo como:
El rey de la pampa devuelve su camisa / para ponerla a secar en los cuernos de los toros, / el corned beef en caja pudre todo el galpón / y se fermenta a sí mismo, y a los cueros y a las pieles.
Vuelvo a recordar ese tiempo exquisito: / los gauchos en el llano agitaban sus banderas, / teníamos tanto frío de andar descalzos sobre la escarcha / que, para distraernos, instalábamos nuestros caballetes.
Del polo a Rosario hacen un bello trote, / aventuras que se completan si pican y se codean / cuando la bebida del mate deviene argentina.
América del Sur seduce los equívocos: / exaltan al español las orejas barrocas / si se callan la campana y su terlintintín.

Raymond Queneau murió en su ciudad natal el 15 de octubre de 1976. 
(adlatina.com)