Reaparece en wasap de amigos el asunto más bien tedioso de la mili. Al parecer, ahora en candelabro según recientes artículos de prensa. Confieso que suelo evitarlo, tupido velo; pero esta vez se aviva el recuerdo y he contestado para decir que un servidor se libró por las gafas y que primero estuvo en el cuartel de S. Clemente Sasebas (Gerona), al pie de los Pirineos, hasta que fuimos reunidos y registrados todos los "presuntos inútiles" de aquella hornada: título que aún me parece de lo más honroso y afortunado de mi vida. Después, me alojé en Barcelona muy cerca de la plaza de Colón, esperando la resolución definitiva y absolutoria del Tribunal Médico Militar. Fue en unas vacaciones de verano de hace ya tanto tiempo que en la memoria, frágil y caprichosa, reflota ahora el recuerdo de los días de espera y paseos por aquella otra Barcelona de cuando la peseta, más que el de la parte cuartelera. Por allí, me veía ocasionalmente con otros dos presuntos inútiles cuyos nombres he olvidado. Uno era pies planos y familiar del mandamás de un diario de entonces. Dudo ahora si del "Informaciones" o del "Madrid", ambos cerrados por Fraga "por su falta de calor en el elogio a Franco", como decía Miguel Ángel Aguilar. Curiosamente, el otro pájaro era un Luca de Tena, familia de los de ABC. Reconozco que le cogí cariño aunque finalmente tratara yo
-inútilmente- de evitarlo. No por su aspecto patibulario aunque atildado; ni porque fuera con maletín o cabás médico, de peli del Oeste, teniendo yo que esperar a la puerta de cualquier bar cuando decidía entrar al servicio para "ponerse" y acicalarse y salir renacido: lo malo para mí es que era gorroncete y sablista, estando yo para poca broma en ese apartado. Después de todo, poco más queda: difusos recuerdos y ninguna nostalgia. Solo que hoy y ahora, en democracia, quiero creer más -si no fuera mucho creer- en el papel educador e incluso salvífico que pudiera entrañar la mili para la juventud, o buena parte de ella. Además, esa noche soñé que participaba en la Jura de Bandera que me falta, y también que desfilaba... pero sin la escopeta. ¿No es la vida una locura?