El guion
estaba en la Puerta del Sol
El cineasta Basilio Martín Patino
escuchó los gritos, cogió la cámara y rodó 25 horas de película a pie de calle:
‘Libre te quiero’ es el título de su documental sobre el 15-M.
ROCÍO GARCÍA (Madrid 28 MAY 2012)
ROCÍO GARCÍA (Madrid 28 MAY 2012)
Basilio Martín Patino durante el montaje del documental 'Libre te quiero'.
/ GORKA LEJARCEGI
Al fondo de la sala de montaje surge una gran pantalla exhibiendo una
potente imagen: una imagen que resume en un fogonazo la algarabía de varios
jóvenes en la Puerta del Sol de Madrid durante las jornadas que marcaron el
15-M. A sus 81 años, Basilio Martín Patino, uno de aquellos insistentes y semiclandestinos mosqueteros del cine
español en la larga noche del tardofranquismo, ha decidido volcar todas sus
energías, que son muchas, en el movimiento de indignación que recorrió las
calles del centro de Madrid y de otras ciudades de España.
Todo surgió de repente, de manera espontánea. Aquel domingo, Martín Patino
regresaba a Madrid tras unos días en Salamanca —“allí tenemos un jardín grande
en el que estamos muy a gusto”, dice
a modo de explicación—. Nada más llegar, ya notó algo diferente en los
alrededores de su vivienda, cercana a Sol. “Oímos
gritos, música, canciones”. Allí se dirigió Martín Patino y lo que se
encontró fue la mejor y más grande fiesta callejera que uno pudiera imaginarse.
Allí se encontró con su operador de siempre, Alfonso Parra, y con más gente de
su equipo. Se miraron y, sin asomo de duda, se dijeron: “Esto lo tenemos que
rodar”. Al día siguiente, lunes, a las nueve de la mañana Basilio Martín Patino
ya estaba en la céntrica plaza madrileña con una cámara. Fueron casi 30 días de
rodaje, mañana, tarde y noche, de manifestación en manifestación, corriendo de
un lado a otro de Madrid para captar las imágenes y los momentos más
impactantes de ese movimiento que ha dado la vuelta al mundo. El resultado, en
forma de película documental: Te quiero libre, título de
inequívocas resonancias: las de los versos homónimos del poeta Agustín García Calvo, fervoroso asiduo del movimiento del 15-M.
En la misma Puerta del Sol, el realizador y su equipo cruzaban cada día de
lado a lado la plaza para buscar el último mitin, el baño de unas jóvenes en la
fuente, el reparto de la comida, el cuidado de la huerta o ese divertido número
de baile de una chica en tacones negros. Nada se escapó a la mirada de este
cineasta rompedor, rebelde y experimental, autor de películas vocacionalmente
arriesgadas de los 70 como Canciones para después de una guerra, Nueve
cartas a Berta, Mis queridísimos verdugos o Madrid.
§ Martín Patino propone una nueva versión cinematográfica del 15-M. Pero los
indignados ya tienen sus vídeos fetiches.
§
Precisamente #indignados es el titular de un documental de Antoni Verdaguer
que, desde 70 voces, analiza el 15-M desde sus comienzos y hasta las elecciones
del 20-N de 2011.
§
Muchos jóvenes del movimiento pertenecen a la Generación perdida que
retrata Benjamín Villegas en una grabación colgada en la Red.
§
Aleix Saló contó la crisis que atraviesa España en dos vídeos de animación
titulados Españistán y Simocracia.
Hoy, allí mismo, muy cerca de la Puerta del Sol, dos mujeres de edad,
frente a frente, cada una en su balcón de un tercer piso y con la calle por
medio se están dando una receta de cocina a eso de las doce de la mañana. No
tienen que alzar la voz demasiado. Apenas les separan unos metros. Unos números
más arriba, a pie de calle, espera Basilio Martín Patino. Un antiguo garaje en
un sólido edificio del siglo XIX en el Madrid de los Austrias es el nuevo lugar
de trabajo del director. Lo muestra con entusiasmo. “Se ve a la gente pasar y conversar, a los niños correr, a las mujeres
pasear. Es delicioso”, comenta con una sonrisa. Una cancela de hierro,
siempre abierta, y un par de tiestos con arbolitos separan el espacio interior
de la soleada calle.
Libre te quiero es el primer trabajo que Martín Patino lleva a cabo sin guion previo.
“El guion estaba en Sol”, señala
frente a una pantalla y un par de ordenadores en la sala donde se ultima el
montaje de este gran retrato de lo que el director califica de “renovación”. “Es un fenómeno social nuevo que yo no he conocido. Dicen que en la II
República sí se vivieron situaciones parecidas, pero a mí me sorprendió esa
fiesta y esa alegría en las calles. Yo nunca he visto una manifestación tan
gozosa. Era otra España, algo nuevo estaba sucediendo. Este país necesitaba
esas dosis de alegría”.
No habrá voces en off ni un discurso narrativo. De las 25
horas más o menos que rodaron, Libre te quiero se quedará en
poco más de una. El documental ya tiene distribución y su estreno en salas
dependerá del festival en el que se presente. La Seminci de Valladolid y el Festival de Cine de San Sebastián ya han mostrado
interés. La música será la de las bandas y grupos que poblaron de sonidos
aquellos días, además de la canción Libre te quiero que interpreta
Amancio Prada: Libre te quiero / como arroyo que brinca / de peña en
peña / Pero no mía. Cuando suena la canción en el ordenador Martín
Patino sonríe: “En ningún rodaje he sido
tan feliz como en este. Fueron días de camaradería, de respeto colectivo”, añade
el director, que califica de “tremendo el afán de algunos por ridiculizar el
15-M”. “Detrás de la alegría había discusiones políticas de altura, espontáneas, apasionantes. La política estaba allí”, asegura el realizador, convencido de que todo ello tendrá consecuencias políticas, de que la lucha por la moralidad y la ética de aquella gente que estaba dormida y se despertó verá sus luces. Como su propia hija, a la que sorprendió, sin ella saberlo, colocando una placa en un lateral de la plaza. Rezaba: “Dormíamos, despertamos”. Apenas duró unas horas colgada. Al día siguiente, fue retirada por los barrenderos.
Martín
Patino retrata la felicidad callejera del 15-M
-El documental ‘Libre te quiero’ se estrena en la Seminci de Valladolid
-El movimiento "liberó la imaginación de millones de personas en el
mundo", asegura el cineasta
El director
Basilio Martín Patino en la madrileña Puerta del Sol, ocupada por los miembros
del movimiento 15M. / DAVID PANIZO
Basilio Martín Patino está
estos días recordando al famoso comisario Yagüe que en los años más duros del
franquismo venía a cada poco a detenerle a su casa del pueblo de Fuencarral
para llevarle a la Puerta del Sol, sin saber muy bien el porqué. “Era bajito y gordito. Nos ponía a
todos en fila en una habitación siniestra e íbamos pasando delante de él.
Normalmente había muchas chicas y a todos, incluidas ellas, les atizaba unas
hostias… Pero cuando llegaba mi turno no me tocaba. Yo hasta me mosqueaba y un
día me enfrenté a él y le dije que por qué no me pegaba a mí. No me contestó y
me hizo pasar sin hacerme nada. Creo que como yo era un personaje conocido que
salía de vez en cuando en los periódicos europeos, en Le Monde, no
se atrevía a tocarme. Tenía mucha mala leche, no nos llegamos a hacer amigos
pero nos veíamos mucho y terminamos por respetarnos, aunque yo algunas veces me
puse gallito y agresivo”.
Ahora todo ha cambiado para Martín Patino en
la Puerta del Sol. Al menos en la calle. A sus 81 años, el director de títulos
tan emblemáticos del cine español como Nueve cartas a Berta, Canciones
para después de una guerra o Queridísimos verdugos, ha
presentado hoy en la Seminci de Valladolid, fuera de concurso en la sección
Tiempo de Historia, un emocionante documental, Libre
te quiero, donde rescata la felicidad que se vivió en la plaza madrileña en torno
al 15-M en 2011 y sitúa en la memoria colectiva este movimiento que “liberó la imaginación de millones de personas
en el mundo”. “Fue una reacción
hermosa y espontánea de la sociedad. Una conmoción colectiva, una fiesta”,
aseguraba Martín Patino, bastón en mano, tras la proyección del documental, que
contó con la actuación en directo de Amancio Prada, interpretando la canción
que da título al trabajo con letra de Agustín García Calvo. “Libre te
quiero / como arroyo que brinca / de peña en peña / pero no mía”. La
música de Libre te quiero ha inundado la sala llena del teatro
Zorrilla, donde previamente se proyectó otro trabajo sobre el movimiento que
nació en Madrid en mayo del año pasado, Ensayo de una revolución,
dirigido por los gaditanos Pedro Sara y Antonio Labajo, que narra la acampada
en la plaza de los Palilleros de Cádiz y los deseos de cambio que durante esos
días vagaron por tantos rincones de España.
Sin guion previo –Martín Patino se lanzó a la plaza madrileña desde su
cercana vivienda al oír los gritos, la música y las canciones que llegaban de
allí y al día siguiente ya estaba rodando día y noche con varias cámaras y
colaboradores– Libre te quiero deja que las imágenes hablen
por sí solas, sin comentarios, entrevistas a cámara o voces en off. Solo
con el sonido de las canciones en la calle, las consignas de los acampados, los
gritos de las manifestaciones y la música de Amancio Prada. “Es una hora de la más grande fiesta
callejera que uno pudiera imaginarse”, dice su realizador, que rodó 25
horas en total.
Nada parece haber escapado a la mirada de este cineasta tan personal. En la
misma Puerta del Sol, el director salmantino y su equipo cruzaban cada día la
plaza y sus alrededores para buscar los mítines, el reparto de comida, el baño
de unas jóvenes en la fuente, la limpieza de las calles. También ese
enfrentamiento, diríamos cívico, que se vivió entonces entre las fuerzas
policiales y los jóvenes acampados en Madrid, al contrario de la violencia que
se instaló por esos mismos días en Barcelona, y que Martín Patino también ha
incluido en su trabajo. “Llega un
momento en el que no entiendes nada, que todo es absurdo. Yo me preguntaba:
'¿Por qué no dejan a estos chicos que hagan lo que quieran y que chillen y que
acampen si no hacen daño a nadie?”. A este cineasta, el director de la
Seminci, Javier Angulo, le ha calificado como “curtido en tantas guerras y tan
joven”.
Un tanto apabullado y extrañado por la acogida tan emotiva que le brindaron
en el teatro Zorrilla, aplausos interminables al final, Martín Patino ha dejado
claro que él no es apóstol de nada, ni tiene vocación de misionero, pero que
detrás de toda aquella alegría había discusiones políticas apasionantes. “No lo hice por ningún motivo político,
sino por pura satisfacción personal. En ningún rodaje he sido tan feliz. Fueron
días de respeto colectivo, de una sensación de estar rodeado de gente amable y
de una gran camaradería”.
Más de una sorpresa se encontró Martín Patino en Sol. Una tan personal como
el descubrir a su hija con unos amigos que habían colocado en un lateral de la
plaza una placa que ponía así:
“Dormíamos, despertamos”. Hoy más de uno ha despertado de nuevo en la
oscuridad de un teatro de Valladolid.